Ahora que se cumple un año de la iniciativa «hágase usted blogfesor«, se vuelven a oir voces que discrepan de la etiqueta y de algunos de los postulados que se pueden leer en el ya mítico Manifiesto del blogfesor, al que ya se han adherido más de 600 profesores que utilizan la herramienta más cool para enseñar…
La cuestión, me parece, es que la etiqueta de blogfesor/a en ocasiones mezcla churras con merinas… De un lado porque para ser blogfesor no sólo basta con usar el blog en clase, y de otro porque, como bien apuntan algunos (aquí, por ejemplo) el propio manifiesto va un poco más allá de lo que a algunos nos gustaría… (¿no os parece un manifiesto un poco geek?).
Todo esto viene a cuento -también- de la polémica sobre las WQ que Potâchov ha resucitado, y que sigue en nodos_ele.
No estaría de más recordar de qué va eso de la innovación docente y qué supone todo el rollo ese del aprendizaje significativo y colaborativo, la web 2.0 y ese tipo de cosas…
Nota bene. No hace falta decir que va por delante mi admiración por gente como Mario, ejemplo dignísimo de cómo lidiar con las nuevas tecnología en educación.
La navaja de Ockham 
